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Cafe Racer

Cafe Racer es un estilo de motociclismo popularizado en el Reino Unido en la década de los 50, principalmente por los Rockers, que personalizaban sus motos con pequeñas modificaciones en chasis, tubos de escape, colines y aligeramiento general de la máquina, quitando todo aquello que no fuera necesario y poniendo especial énfasis en la velocidad y agilidad, dejando la comodidad de sus monturas en un segundo plano.

En nuestros días, este fenómeno y costumbre adoptada por los amantes de las motos se mantiene con bases muy variadas, ya sean de origen británico, como en sus comienzos, o bien de cualquier otra procedencia, siempre que los elementos básicos se presten y la habilidad, imaginación o buen hacer de sus propietarios y constructores lo permitan.

El café racing es sobre todo una cuestión de gusto. Es una peculiar mezcla de estilo bajo, alta velocidad, pura adrenalina y una interminable dedicación a la vida del café y todos sus peligrosos placeres. 

 

La definición es sencilla, una Café Racer es una moto de los años cincuenta, producto de la cultura Rocker del momento, época en la que se buscaban motos rápidas para ir en “peregrinación” de café en café. Su equivalente norteamericano sería una Bobber o una Chopper. El nombre, aunque esto es algo que pertenece a la leyenda urbana, que nació al unir esas cafeterías con las carreras que desarrollaban los jóvenes entre cada café y que duraban lo que una canción en la jukebox del local. Concretando la definición un paso más allá, las Café Racer no eran más que motos normales que los propietarios transformaban para mejorar sus prestaciones y su manejo. Transformaciones que se centraban en estas mejoras pero que solían olvidar aspectos como la comodidad. De esta manera se instalaban manillares deportivos (estrechos y planos o incluso semi-manillares más deportivos) depósitos de mayor capacidad y asientos individuales. Todo lo demás era innecesario y por tanto se eliminaba de la moto sin contemplaciones.

 

El movimiento Café Racer es uno de esos que muchos motoqueros idealizamos en nuestra mente como algo interesante, pero muy pocos saben lo que realmente significa y algunos menos son capaces de explicar claramente.

Lo mejor es que este movimiento que se inició en Inglaterra en los años cincuenta, sigue hoy tan vivo como en aquél momento de la historia. Aunque muchos de aquellos jóvenes pagaron con su vida los excesos del momento, también son muchos los que siguen a día de hoy circulando por las calles de Londres en sus Café Racer. 

 

En los años cincuenta, Europa trataba de recuperarse de los horrores y la devastación de la Segunda Guerra Mundial. Incluso los países vencedores de la contienda pasaban por momentos difíciles. Pero justo cuando se canceló el racionamiento de gasolina en Inglaterra, los jóvenes de la época iniciaron un movimiento que llegaría hasta hoy.

La mayoría de jóvenes británicos no ganaban suficiente dinero como para acceder a una moto nueva, mucho menos para llegar a comprar una moto nueva de gran cilindrada. La mayoría sólo podían aspirar a comprar una moto utilitaria, aún con todo, esa moto ya era el primer peldaño para acceder a la libertad de movimientos que permite un vehículo propio y a una nueva manera de vivir.

Estas motos utilitarias fueron transformándose para conseguir mejorar sus prestaciones. En algunos casos evolucionaron hacia motos tan radicales que hoy en día siguen siendo peligrosas, pero en otros alcanzaron una perfección tal que cincuenta años después siguen siendo una leyenda como las Triton o las Triumph.

 

En los mismos años cincuenta en que aparecieron las Café Racer se empezó una suerte de fórmula de promoción de coches prototipos que permitía utilizar los motores monocilíndricos de 500 cc que fabricaba Norton. Pero la marca británica no vendía esos motores sueltos, el que quisiera uno tendría que comprar una moto completa. Así que en relativamente poco tiempo hubo un amplio mercado de segunda mano de motos sin motor.

El siguiente paso era montarle un motor a ese chasis, que además de barato era de lo mejor que se fabricaba en la época. ¿Y cual era el mejor motor de la época? Sin lugar a dudas el motor bicilíndrico que fabricaba Triumph. Un motor que en su versión de 650 cc alcanzaba los 46 CV a 6.700 revoluciones y que con un poco de trabajo era capaz de aumentar sus prestaciones a mucho más. Así que ya tenemos los dos componentes necesarios. Acababa de nacer La Triton, un nombre que utiliza las primeras tres letras de la marca TRIumph y las tres últimas de la marca NorTON. Y aunque existen otras combinaciones de la época como la TriBSA o Norvin, la más auténtica es la Triton.

 

Hasta esa la fecha los jóvenes no tenían ningún sitio dónde reunirse, pero al aumentar las carreteras en cantidad y calidad, fruto del incremento del tráfico de mercancías, también empezaron a aumentar los bares de carretera. Bares en los que los camioneros paraban a comer y descansar, rápidamente se vieron llenos de jóvenes en moto. Estos jóvenes se desplazaban de un bar a otro bien en grupos o en solitario, pronto nació entre ellos el espíritu de la competición. Y cuenta la leyenda que el nombre de Café Racer nació precisamente de esas carreras que se hacían de un café a otro en estas motos preparadas para correr más que ninguna otra.

Otra leyenda dice que aquellas carreras se hacían partiendo y llegando al mismo lugar en el tiempo que tardaba en sonar una canción en el Juke Box del bar, unos tres minutos más o menos a toda velocidad. Esa misma leyenda dice que el perdedor podía incluso perder la novia además de la moto. Esta música también era revolucionaria en el momento, porque estamos hablando del Rock & Roll, Que también traía consigo una cultura completamente nueva importada de los Estados Unidos. Aunque en el otro lado del atlántico los grupos relacionados con las motos y la música se ganaron una fama de violencia, en Inglaterra esta violencia no apareció hasta que apareció otra cultura antagónica, estamos hablando del movimiento MOD. Pero de esta otra tribu urbana hablaremos en otro momento.

 

Ya hemos visto que la gente se movía en grupos sobre motos transformadas a su gusto y que esto supuso un movimiento cultural en la época. Pero también supuso un movimiento económico que las marcas fabricantes de motos intentaron aprovechar al máximo. Los propios fabricantes de motos británicas empezaron a vender modelos inspirados en las Café Racer que construía la gente en su propio garaje.

Las marcas del resto de Europa también pusieron a la venta modelos que cumplían más o menos con los cánones de las Café Racer. Motores potentes, escapes muy ruidosos, frenos y suspensiones más o menos acordes a las prestaciones del motor y sobre todo una imagen muy de competición. Asientos monoplaza, grandes depósitos, manillares planos, invertidos o incluso semi manillares como las motos de competición y estriberas retrasadas para que el piloto adoptase una posición lo más racing posible.

Este auge también permitió que algunos pequeños fabricantes alcanzaran su máximo gracias a lo acertado de sus productos. Por ejemplo los hermanos Rickman, que fabricaban chasis alternativos a los originales, tan buenos que las marcas acabaron comprándoles las patentes para fabricarlos ellos mismos. Y esto fue en parte la propia muerte del movimiento Café Racer. Las motos de fábrica se hicieron tan buenas que dejaban poco margen de mejora.

 

Claro que un movimiento con tantos seguidores como tuvieron los Rockers y sus Café Racer no podía morir así nomás. De hecho nunca murió, durante las últimas décadas del siglo XX simplemente se quedó en un lugar menos visible. Hasta que las marcas de motos descubrieron que ahí había un mercado sin explotar e iniciaron una vuelta de los modelos de aspecto más clásico. Gracias a esto podemos hablar del resurgimiento de las Café Racer. Aunque ahora la mayoría no busca las prestaciones puras, sino una imagen muy estudiada.

Lo que está claro es que actualmente se ven muchas Café Racer en la calle. Algunas están exactamente tal cual salieron de la fábrica, pero otras muchas siguen manteniendo viva la esencia, motos personalizadas que buscan diferenciarse de las demás al mismo tiempo que buscan prestaciones sin perder un ápice de la imagen que todos asociamos a una Café Racer.

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